El Niño San Juan con el Cordero,
Pintado por Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682),
Pintado entre 1660 y 1665,
Óleo sobre lienzo
© National Gallery, Londres
'Mira: ahí está el Cordero de Dios'
Juan 1:29-34
Al ver que Jesús se acercaba a él, Juan dijo: 'Mira, ahí está el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. A éste me refería cuando decía: Viene después de mí un hombre que es anterior a mí, porque existió antes que yo. Yo mismo no lo conocí y, sin embargo, vine a revelarlo a Israel bautizando con agua". Juan también declaró: "Vi que el Espíritu bajaba del cielo como una paloma y se posaba sobre él. Yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me había dicho: "El hombre sobre el que ves bajar el Espíritu y posarse es el que va a bautizar con el Espíritu Santo". Sí, lo he visto y soy testigo de que es el Elegido de Dios".
Reflexión sobre la pintura
En nuestro cuadro de Bartolomé Esteban Murillo, vemos a un joven Juan Bautista vestido con pelo de camello abrazando al cordero, símbolo del sacrificio de Cristo. Hay una interacción amorosa entre los dos. El cordero tiene su pie derecho sobre el brazo derecho de Juan. El brazo izquierdo de Juan apunta hacia el cielo. En la esquina inferior derecha vemos la cruz de caña de Juan con una cinta en la que están inscritas las palabras de la lectura del Evangelio de hoy en latín: "He aquí el Cordero de Dios" / Ecce Agnus Dei. Al representar a San Juan Bautista como un niño, Murillo quería para atraer al espectador. La entrañable imagen de un niño animaría al espectador a imitar un estado infantil de inocencia y pureza.
Cuando San Juan Bautista llamó a Jesús el Cordero de Dios, el pueblo judío habría entendido inmediatamente la naturaleza sacrificial de estas palabras. El cordero e Isaac; también la fiesta de la Pascua implicaba sangre que sería derramada y rociada en los postes de las puertas. Dos veces al día, por la mañana y por la tarde, en el Templo, para el holocausto por el pecado, se sacrificaba también un cordero. Así que la imagen de un cordero sacrificado era algo con lo que el pueblo judío estaba muy familiarizado.
San Juan dice señalando a Jesús que 'ahí está el cordero de Dios que quita el pecado del mundo'. Obsérvese que menciona "pecado" y no "pecados". Usar el pecado como una palabra singular, implica que Jesús quiere erradicar y destruir el pecado como un todo, y sólo la miríada de síntomas o diversas formas de pecado. Además, decir que Jesús vino a quitar el pecado del "mundo" implica que Jesús vino por todo el mundo, y no sólo por el pueblo judío... Se nos invita en nuestra lectura, como se representa tan conmovedoramente en nuestro cuadro, a contemplar y sostener el Cordero de Dios y abrazar el sacrificio de Jesús por todos nosotros.
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