Juan 15:9-11

En nuestra lectura del Evangelio de hoy leemos cómo Jesús desea la alegría para sus discípulos. Él dice '...para que mi propia alegría esté en ti y tu alegría sea completa".. Jesús no habla de la alegría en general, no: dice que 'mi propia alegría' puede estar en ti. Es una alegría muy específica la que desea para nosotros: una alegría que está profundamente arraigada en Jesús. Recuerda que estas palabras fueron pronunciadas la noche antes de ser crucificado. Jesús pudo hablar de alegría en la víspera de los terribles acontecimientos que iban a producirse, pues su alegría estaba arraigada en la gran convicción de que su Padre le amaba infinitamente. Comprender que nosotros también somos amados infinitamente por Dios debería alegrarnos.

La alegría que Cristo desea para nosotros, es más que una simple alegría de vivir. Según el historiador francés del siglo XIX Jules Michelet 'la alegría de vivir es un estado de armonía, una existencia pacífica dentro de la naturaleza". Asociamos esta "alegría de vivir" con todas aquellas cosas que hacen que la vida sea divertida, agradable y valiosa. Esta tierra alegría de vivir se representa de forma vibrante en nuestro cuadro de Paul Signac. Utilizando su estilo puntillista (una técnica de pintura en la que se aplican pequeños y distintos puntos de color en patrones para formar una imagen), representa a familias y amigos disfrutando de un día de playa. La gente navega por el mar, un hombre pinta un lienzo, a lo lejos la gente baila, las mujeres juegan con sus hijos, los hombres juegan a la petanca, etc. El título completo del cuadro es "En el tiempo de la armonía. La edad de oro no está en el pasado, está en el futuro".

Creo que sería justo decir que en los Evangelios, la alegría aparece como 'el marca característica del cristiano. Es el resultado visible de estar lleno del Espíritu Santo y es uno de los principales frutos de la vida cristiana.