Abraza,
Concebido y ejecutado por El Grupo Muelle,
Incendiado el 29 de agosto de 2014,
Estructura de madera y metal
© Alamy / Festival Burning man, Black Rock City, Nevada
He venido a traer el fuego a la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!
Lucas 12:49-53
Jesús dijo a sus discípulos: 'He venido a traer el fuego a la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Hay un bautismo que aún debo recibir, y ¡qué grande es mi angustia hasta que termine!
¿Supones que estoy aquí para traer la paz a la tierra? No, os lo digo yo, sino para dividir. Porque a partir de ahora una casa de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; el padre dividido contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija, la hija contra la madre, la suegra contra la nuera, la nuera contra la suegra'.
Reflexión sobre la instalación escultórica
Nuestra obra de arte de hoy se titula 'Abraza'. Fue concebido en 2014 por The Pier Group, un colectivo de artistas, ingenieros y constructores. Formó parte del festival Burning Man de Nevada. Hace dos años analizamos otra obra de arte de ese festival (ver https://christian.art/daily-gospel-reading/58). Vemos dos figuras a gran escala abrazándose. Antes de que la obra ardiera durante el festival, los visitantes podían subir por una escalera interior en cada una de las cabezas. En el pecho de cada figura había enormes candelabros con forma de corazón humano. Al reunirse en la parte superior de cada cabeza, los visitantes miraban a los de la otra. El colectivo de artistas quería así hacer que la gente caminara desde el corazón de la escultura hasta la cabeza, un peregrinaje interno... que terminara mirando a los compañeros de la otra cabeza que pasaron por la misma experiencia, aunque diferente. El 29 de agosto de 2014, la escultura de 18 metros de altura se incendió, desapareciendo en una nube de humo y reduciéndose a cenizas. Al igual que un ser humano Abraza es temporal, también lo era la escultura.
Y eso es lo que nos pide Jesús en la lectura de hoy: que estemos en contacto con lo eterno, más que con lo temporal. La belleza de nuestro pasaje de hoy es la intensidad de la imagen que Jesús nos pinta. Quiere encender una chispa en nuestras almas que se convierta en una llama. Quiere que nuestro bautismo sea la chispa santa de la vida divina que nos enciende por dentro, cada día. Esa chispa debe convertirse en una llama creciente de amor por Cristo. Nuestra vida de oración debe ser el abanico y el oxígeno para alimentar esas llamas. Podemos sentir la pasión de Jesús por su misión en la lectura de hoy. Rezamos para que podamos compartir su fuego y su pasión por nuestra propia misión.
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