Marcos 12:38-44

El mosaico que hoy nos ocupa fue realizado en el siglo VI en la Basílica de Sant'Apollinare Nuovo de Rávena. Los magníficos mosaicos, repartidos en ocho edificios de la época paleocristiana, forman parte del Patrimonio Mundial de la Unesco. Rávena desempeñó un papel crucial en la civilización occidental durante los siglos V y VI y fue la capital del Imperio Romano de Occidente desde 402 hasta la caída del imperio en 476. Estos mosaicos son, por tanto, históricamente significativos. Son una mezcla única de tradiciones occidentales y orientales, y las intrincadas teselas de vidrio crean brillantes y magníficas yuxtaposiciones cromáticas que ilustran muchos pasajes bíblicos.

En nuestra escena del mosaico, vemos a la viuda echando unas monedas en una caja de ofrendas. Pero para mí, la mano derecha de Cristo reviste un interés particular. Los tres primeros dedos extendidos expresan nuestra fe en la Trinidad, mientras que los dos dedos restantes, apretados contra la palma de la mano, representan las dos naturalezas de Jesús, divina y humana. Se trata de un gesto de la mano típico del arte bizantino. La mano derecha abierta, con los cinco dedos extendidos, se utiliza más en el cristianismo occidental cuando se ve a Cristo en actitud de bendecir. Los cinco dedos abiertos representan las Cinco Llagas de Cristo y son también un gesto de invitación a todo.

Jesús dice que la mujer que echó dos moneditas había dado más que los ricos que la precedieron. En cierto modo, éste es un resumen de todo el Evangelio... porque Dios mira el corazón y la generosidad que hay en cada uno de nosotros... y conoce nuestros corazones.