Salomé con la cabeza de San Juan Bautista,
Pintado por Andrea Solari (1460-1524),
Óleo sobre tabla,
Pintado en 1506
© Metropolitan Museum of art, Nueva York

Salomé con la cabeza de San Juan Bautista,
Pintado por Andrea Solari (1460-1524),
Óleo sobre tabla,
Pintado en 1506
© Metropolitan Museum of art, Nueva York

Evangelio del 7 de febrero de 2020

La decapitación de Juan el Bautista

Marcos 6:14-29

El rey Herodes había oído hablar de Jesús, pues ya era muy conocido su nombre. Algunos decían: 'Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él poderes milagrosos'. Otros decían: 'Es Elías'; otros, 'Es un profeta, como los profetas de antes'. Pero Herodes, al oír esto, dijo: 'No, no, no, no'.Es a Juan a quien le corté la cabezaHa resucitado de entre los muertos".

Este mismo Herodes había mandado arrestar a Juan y lo había encadenado en la cárcel a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con quien se había casado. Porque Juan le había dicho a Herodes: "Es contrario a la ley que tengas la mujer de tu hermano". En cuanto a Herodías, estaba furiosa con él y quería matarlo; pero no pudo, porque Herodes tenía miedo de Juan, sabiendo que era un hombre bueno y santo, y le dio su protección. Cuando le oyó hablar se quedó muy perplejo, y sin embargo le gustaba escucharle.

La oportunidad se presentó en el cumpleaños de Herodes, cuando éste dio un banquete para los nobles de su corte, para los oficiales de su ejército y para los principales personajes de Galilea. Cuando la hija de esta misma Herodías entró y bailó, deleitó a Herodes y a sus invitados; entonces el rey le dijo a la muchacha: 'Pídeme lo que quieras y te lo daré'. Y le hizo un juramento: 'Te daré todo lo que pidas, incluso la mitad de mi reino'. Ella salió y dijo a su madre: "¿Qué debo pedir?". Ella respondió: "La cabeza de Juan el Bautista". La muchacha se apresuró a volver al rey y le pidió: "Quiero que me des la cabeza de Juan el Bautista, aquí y ahora, en un plato". El rey se sintió profundamente afligido, pero, pensando en los juramentos que había hecho y en sus invitados, no quiso faltar a su palabra. Así que el rey envió de inmediato a uno de los miembros de la guardia con órdenes de traer la cabeza de Juan. El hombre se fue y lo decapitó en la cárcel; luego trajo la cabeza en un plato y se la dio a la muchacha, y ésta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan se enteraron de esto, vinieron y tomaron su cuerpo y lo pusieron en una tumba.

Reflexión sobre la pintura

El cuadro que hoy contemplamos es bastante impresionante. Vemos a Salomé pintada con una belleza idealizada, vestida con sedas y terciopelos caros y con joyas opulentas. Sostiene el cuenco, lleno de la sangre de San Juan. La cabeza de San Juan Bautista es sostenida en alto por la mano del verdugo. No vemos la cabeza del verdugo, sólo el brazo. Aunque el verdugo lo mató, fue Salomé quien pidió que se llevara a cabo el asesinato. La historia bíblica de Salomé bailando seductoramente para el rey Herodes y exigiendo después como recompensa la cabeza de Juan el Bautista, ha sido una larga fascinación para los artistas a lo largo de la historia del arte. Nuestro cuadro capta el momento en que el verdugo coloca la cabeza de San Juan en un cargador sostenido por Salomé. Aunque ella obtuvo exactamente lo que pidió, no parece feliz. El contraste entre su rostro, sorprendentemente bello pero infeliz, y la cabeza de San Juan, muerta pero en paz, hace que todo el cuadro sea muy dramático.

La decapitación de San Juan Bautista ocurrió en el cumpleaños de Herodes. Sin embargo, recordamos este día no como el cumpleaños de Herodes, sino como el día en que fue asesinado el precursor del Señor que anunció al mundo que Cristo iba a venir. Con este episodio, Herodes estableció su nombre para siempre en la mente de la gente de ser un hombre malo y malvado. Lo sorprendente de este pasaje es que Herodes tenía miedo de Juan, sabiendo que era un hombre bueno y santo. Así que Herodes sabía que San Juan era un buen hombre, y sin embargo lo mató con gran crueldad. ¿Por qué? Los deseos mundanos, el alcohol de la fiesta y la seducción de Salomé hicieron que Herodes exigiera en seguida la ejecución. En un momento de locura, hizo que Juan fuera el símbolo de todas las personas martirizadas posteriormente por su fe en Jesucristo...

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