Una mujer tocando el manto de Jesús,
Catacumbas de Marcelino y Pedro, Roma,
Primera mitad del siglo IV d.C,
Pintura mural
© Christian Art Today
Todos los que lo tocaron fueron curados
Marcos 6:53-56
Después de la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a tierra en Genesaret y amarraron. Apenas bajaron de la barca, la gente lo reconoció, y comenzó a correr por todo el campo y a llevar a los enfermos en camillas a donde oían que estaba. Y dondequiera que iba, a la aldea, a la ciudad o a la granja, acostaron a los enfermos en los espacios abiertos, rogándole que les deje tocar incluso los flecos de su capa. Y todos los que lo tocaron se curaron.
Reflexión sobre la pintura mural de las catacumbas
Una de las primeras representaciones cristianas de Jesús de la historia es esta pintura del siglo IV en las Catacumbas de Marcelino y Pedro, en Roma. Representa la esencia de la lectura del Evangelio de hoy: 'La gente le rogaba que les dejara tocar incluso los flecos de su manto. Y todos los que le tocaban quedaban curados'. También puede ser la representación de Jesús curando a la mujer que sangraba más específicamente. En cualquier caso, esto muestra cómo las primeras comunidades cristianas estaban especialmente interesadas en esta lectura del Evangelio y en los poderes curativos del ministerio de Jesús.
El término antiguo para designar estos lugares de enterramiento es coemeterium, que deriva del griego y significa "dormitorio", subrayando así el hecho de que para los cristianos la sepultura es sólo un momento temporal mientras esperan la resurrección final. En la antigüedad, el término "catacumba", que se sigue utilizando hoy en día, se refería a los cementerios subterráneos cristianos de Roma, principalmente en la Vía Apia.
Estamos ya muy avanzados en el Evangelio de Marcos, en el capítulo 6, y podemos percibir que estamos en el punto álgido de la popularidad de Jesús. La gente está desesperada por conocer a Cristo, verlo y tocarlo. Oímos que sus poderes curativos fluyen abundantemente para todos, sin importar quiénes son, de dónde vienen o qué enfermedad tienen. Las multitudes confiaban plenamente en Él; sólo con tocar el manto se curarían... Las multitudes reconocían su poder. Así que la verdadera pregunta para nosotros hoy es si nosotros también lo reconocemos. ¿Confiamos en que Él tiene el poder de ayudarnos en nuestros momentos de necesidad?
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