Niños jugando a las cartas,
Pintado por Antonio Ermolao Paoletti (1834-1912),
Pintado alrededor de 1893,
Óleo sobre lienzo
© Dorotheum Vienna, 21 de abril de 2016, vendido por 5.600 euros
Es como los niños que se gritan unos a otros mientras están sentados en el mercado
Mateo 11:16-19
Jesús se dirigió a la multitud: "¿Qué descripción puedo encontrar para esta generación? Es como los niños que se gritan unos a otros mientras están sentados en el mercado:
"Hemos tocado las tuberías para ti,
y tú no bailabas;
cantamos cantos fúnebres,
y no seríais plañideras".
Porque vino Juan, sin comer ni beber, y dicen: "Está endemoniado". El Hijo del Hombre vino, comiendo y bebiendo, y dicen: "Mira, un comilón y un borracho, amigo de recaudadores y pecadores." Sin embargo, la sabiduría ha demostrado tener razón por sus acciones".
Reflexión sobre la pintura
Nuestro cuadro de finales del siglo XIX, obra del artista veneciano Antonio Paoletti, representa a dos niños jugando a las cartas. Esta encantadora escena también conlleva cierta tristeza. Los chicos son obviamente pobres, tal vez incluso sin hogar. Un cuenco vacío está cerca de nosotros, el espectador, casi pidiéndonos que lo llenemos. Una zapatilla suelta quizá pertenezca a un tercer niño que no aparece en la imagen. Los dos niños se dedican a jugar entre ellos y a divertirse, pero los niños que menciona Jesús en nuestra lectura del Evangelio de hoy son imposibles de complacer. Están mimados. Se les puso música, pero no quisieron cantar ni bailar. Tanto si la música era alegre como si era triste, no querían participar y se mantenían obstinadamente al margen, negándose a participar en lo que ocurría en el mercado.
¿Nos ocurre lo mismo? Oímos la palabra de San Juan Bautista y su mensaje, pero ¿seguimos sin querer participar y alegrarnos de él? ¿Quizás la gente encuentra la predicación de San Juan y de Jesús demasiado difícil de soportar, por lo que prefieren no comprometerse con ella y ser desafiados? Pero esta lectura también se refiere a cada uno de nosotros: ¿hay algún aspecto de mi vida en el que no me guste ser desafiado por Jesús? ¿Participo en ciertas cosas, pero no en todo aquello a lo que nos llama nuestra fe cristiana?
Durante este tiempo de Adviento, nos preparamos para la llegada de la Buena Noticia... así que cuando Jesús nazca dentro de dos semanas, ¿encontrará esa Buena Noticia un eco en nuestros corazones y acogeremos el reino de Dios con el corazón de un niño?
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