Sagrado Corazón de Jesús con San Ignacio de Loyola y San Luis Gonzaga,
Pintado por José de Páez (1720-1790),
Alrededor de 1770,
Óleo sobre cobre
© Christian Art
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
Mateo 11:25-30
Jesús exclamó: "Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por ocultar estas cosas a los sabios y a los inteligentes y revelarlas a los simples niños. Sí, Padre, porque eso es lo que te ha gustado hacer. Todo me ha sido confiado por mi Padre; y nadie conoce al Hijo sino el Padre, como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiere revelarlo.
Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Sí, mi yugo es fácil y mi carga ligera".
Reflexión sobre la pintura
Hoy celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, una devoción que celebra el corazón físico de Jesús como representación de su amor divino por la humanidad. Nuestro cuadro es del pintor mexicano José de Páez y muestra el Sagrado Corazón de Jesús con San Ignacio de Loyola y San Luis Gonzaga, rodeados de cabezas de ángeles alados.
Pero centrémonos en el propio corazón de nuestro cuadro. Con la corona de espinas, la cruz y la herida de la lanza que atravesó el costado de Cristo, esta imagen nos recuerda obviamente la Pasión de Nuestro Señor. Del corazón salen fuego y rayos de luz. El fuego es simbólico en dos sentidos. En primer lugar, la ofrenda de Cristo en la cruz fue la consumación de todos los sacrificios del Antiguo Testamento, que también incluían los holocaustos, que eran la forma más elevada de sacrificios en el antiguo Israel. En segundo lugar, el corazón ardiente representa el amor apasionado de Cristo por nosotros. Pedimos que nuestros propios corazones ardan de amor por Él ahora también.
Alrededor de las llamas de fuego, vemos rayos de luz, que hacen referencia a Juan 8:12, donde Cristo declara que es la luz del mundo. La luz, como el fuego, es un símbolo de la divinidad. Pensemos en la luz de la Transfiguración y también en la luz cegadora que experimentó San Pablo en el camino de Damasco...
La luz que nos ilumina y las llamas que nos encienden, Sagrado Corazón de Jesús, en tu corazón ponemos el nuestro...
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Jesús Manso y humilde de corazón haz nuestros corazones como el tuyo. +