Descanso en la Huida a Egipto,
Pintado por Luc Olivier Merson (1846-1920)
Pintado en 1879,
Óleo sobre lienzo
© Museo de Bellas Artes de Boston
La huida a Egipto
Mateo 2:13-15,19-23
Cuando los magos se fueron, el ángel del Señor se le apareció a José en sueños y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre y escapa a Egipto, y quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes quiere buscar al niño y acabar con él". Entonces José se levantó y, llevando consigo al niño y a su madre partió esa noche hacia Egiptodonde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta:
Llamé a mi hijo para que saliera de Egipto.
Después de la muerte de Herodes, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre contigo y vuelve a la tierra de Israel, porque los que querían matar al niño han muerto". Entonces José se levantó y, tomando al niño y a su madre, regresó a la tierra de Israel. Pero cuando se enteró de que Arquelao había sucedido a su padre Herodes como gobernante de Judea, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, partió hacia la región de Galilea. Allí se estableció en una ciudad llamada Nazaret. De esta manera se iban a cumplir las palabras pronunciadas por los profetas:
'Se llamará nazareno'.
Reflexión sobre la pintura
El cuadro de hoy es, en mi opinión, realmente impresionante y una de mis obras favoritas. Vemos a José descansando, exhausto, en las arenas egipcias a los pies de la esfinge. Está flanqueado por una hoguera y el pequeño burro que los llevó hasta allí. Le han quitado la silla de montar, para que el animal también descanse, y lo vemos pastando sobre la escasa hierba del desierto. María y Jesús descansan sobre la esfinge, con una luz radiante que emana del niño Jesús. Él mira fijamente las estrellas del cielo. Huyen del horror de la matanza de los inocentes de la que hablamos ayer.
La expresión de dolor de María, especialmente desgarradora, es poderosa. Se lamenta por todas las mujeres y niños que no pudieron huir, por los inocentes masacrados por el cruel rey. Todas esas vidas de bebés perdidas, esas familias afligidas. Seguramente el corazón de María también se afligió por ellos, ella que lleva el peso de todas las penas del mundo.
Luc Olivier Merson, el pintor académico francés del siglo XIX de este cuadro, capta maravillosamente un momento crucial de nuestra fe: la Sagrada Familia acaba de dejar atrás las sinagogas y el Templo, la Tierra Prometida, para vivir en el exilio, confiando en que algún día Dios los liberará y los traerá de vuelta a casa. Ahora están rodeados por un ídolo pagano en forma de esfinge. María lleva consigo la Luz del Mundo, pero aún no ha llegado su hora de realizar su obra. Este es el momento en que María y José mantienen viva la luz de la fe en la tierra de Egipto.
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