Cristo entre los médicos,
Pintado por Orazio Borgianni (1574-1616),
Pintado en 1609,
Óleo sobre lienzo
© Sotheby's Londres, 4 de julio de 2012, lote 30, vendido por 3,4 millones de libras.
'Tampoco te diré mi autoridad para actuar así'.
Mateo 21:23-27
Jesús había entrado en el Templo y estaba enseñando, cuando los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él y le dijeron: "¿Qué autoridad tienes para actuar así? Yo -respondió Jesús- os haré una pregunta, una sola; si me respondéis a ella, os diré mi autoridad para actuar así". El bautismo de Juan: ¿de dónde vino: del cielo o del hombre?' Y discutieron entre sí: 'Si decimos que del cielo, él replicará: "Entonces, ¿por qué os negasteis a creerle?"; pero si decimos que del hombre, tenemos que temer al pueblo, pues todos sostienen que Juan era un profeta'. Así que la respuesta de ellos a Jesús fue: 'No sabemos'. Y él replicó, 'Tampoco te diré mi autoridad para actuar así'.
Reflexión sobre la pintura
Nuestro cuadro de Orazio Borgianni, de 1609, está ejecutado a la manera caravaggesca, con el uso de una iluminación dramática. Vemos la figura joven de Cristo en el centro, con el rostro totalmente iluminado. Sus manos señalan su corazón y el libro de las Escrituras. Los escribas y los sumos sacerdotes se inclinan hacia Jesús para escuchar lo que tiene que decir. Pero el rostro de cada anciano expresa escepticismo, confusión o incredulidad. Están dispuestos en un arco que rodea a Cristo. Cristo se erige como un oasis de calma en el centro de la agitación que le rodea. Se trata de un cuadro reflexivo que describe cómo el joven Cristo ya participaba a su corta edad en acalorados debates con los sumos sacerdotes y los ancianos en el Templo.
Este cuadro también transmite bien la delicadeza de la autoridad que tenía Jesús y con la que se acercaba a la gente. No ejercía su poder de forma coercitiva sobre los demás. No, como podemos leer y ver, se acercaba a las personas donde estaban y desde allí iniciaba la conversación. Tampoco rehuyó el desafío. A su edad, enfrentarse a los ancianos debía ser bastante desalentador, pero lo hizo de todos modos. Ahí está el verdadero ejercicio de la autoridad: no controlar a la gente, sino comprometer y convertir los corazones. Jesús quería liberar el potencial que había dentro de cada persona representada en nuestro cuadro. Vio su potencial, se preocupó por ellos y quiso capacitarlos para que se hicieran verdaderamente amigos de Él y de su Padre. Tal vez por eso no reveló su autoridad y quién era, ya que probablemente quería trabajar en ellos un poco más para llevarlos al punto de convertir sus corazones: no mediante el poder coercitivo, sino comprometiéndose con el amor... ¡y se necesita verdadera autoridad para hacer eso!
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